Pasaron unas cuantas horas en la cual la gran y lujosa fiesta se desarrollaba con completa normalidad, con cintos de personas riendo, charlando y bebiendo por todo lo ancho del inmenso salón, mientras aquel misterioso y sombrío anfitrión se paseaba por algunos lugares, manteniendo alguna que otra conversación aburrida y sin poder quitar la mirada de aquella hermosa joven, sintiendo una inmensa dicha con solo verla por unos instantes pero también un gran dolor por saber que ella estaba fuera de su alcance y de que quizás su mente le estaba jugando una mala pasada, desempolvando recuerdos que el prefer&