Normal moment with the F and K (warning:swearing) by XxFedortheofficialxX, literature
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Normal moment with the F and K (warning:swearing)
Felix: Dear Diare Kyle: Hey Fel', it's "Dear Diary" not "Dear Diare"- Felix: Today i learned my first curse word... Kyle: i thought you know swearing long ago-ugh nevermind... Felix: Bich Kyle: Okay...wait what??? Felix: Dory Kyle: Fel' dude...i... Felix: Diory Kyle: IT'S "DIARY" YOU DUMB FUCK!!! Felix: Dear diary Kyle: oh good!Now you get it...i guess- Felix: Bich Kyle: EHAJANAKWVWJWBBSKSJHS*cough in kawaii* Fel'...what the... Felix: Dear Dior... Kyle: Ugh....Felix...How many times have i tell you... Felix: I just learned the f word.... Kyle: Huh? Felix: Fuk Kyle: FELIX!!!!! (Need more?)
No me importa como lo vean me gusta ser tu esclavo by elchingondelmonte, literature
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No me importa como lo vean me gusta ser tu esclavo
El deber Han pasado casi una semana avanzando a lomos de esa mula parda, atravesando planicies y a pie cuando las pendientes son pronunciadas o el calor es bochornoso. Los pueblos van empobreciendo conforme se alejan de la capital y cada vez es mas común ver grupos de desplazados por el desabasto, las requisas y el cierre de latifundios. -¿Cómo mierda curas el hambre? Susurra kakinuma para si mismo al ver esa procesion de gentes miserables y tullidas por las privaciones. Escudriña los cuerpos y almas atormentadas que emprenden una huida desesperada por el camino polvoriento, y sabe que no hay nada que pueda hacer por ellos. Koharu lo escucha, siempre lo escucha cuando susurra, nunca dice nada, comparte su dolor en silencio. Muchos van a la capital, otros a los puertos, tantos mas van a Guayabal, estos últimos son los unicos que parecen albergar algún tipo de esperanza, misma que morirá cuando Kakinuma mate a la santa que los convoca. Les dejan atras y entran a un pueblo solitario con muchas casas de apariencia abandonada y se detienen en un mercado que sin duda vió tiempos mejores. El apetito voraz de Koharu agotó las provisiones, a pesar de ser algo mas alta como un niño de 10 años, tiene una potente musculatura que alimentar. -¿Sabes que es lo que extraño de nuestro mundo? El pollo navideño con su capita frita de pan, crujiente de fuera y jugoso por dentro, de eso no hay por aquí, ¿verdad? El brujo le quiere dar una palmada en la cabeza a la piel verde, ¿decir algo así en medio de un mercado raquitico y lleno de menesterosos pidiendo un mendrugo? -Deme 5 piedras, por favor. Ni siquiera le pide el precio a la tendera, quién en el acto pone sobre el mostrador ese alimento que es un molimiento de especias, frutas, raíces, semillas, sal, huesos y grasa animal, todo encapsulado en barro para que se preserve. Es muy nutritivo, de sabor fuerte y picante, ideal para condimentar cualquier guiso o para usarlo como ración de emergencia cuando el hambre apriete. Koharu no disimula su disgusto por tener que privarse de la comida que pueden pagar y tener que comer eso que las clases acomodadas, o aspirantes a serlo, califican con un despectivo "comida de pobres". -Tampoco exageres con lo de ser mendigos. - Es tu culpa por tragarte toda la despensa, a ver si esto te lo cómes a puñados... Un duro golpe en el muslo fue la respuesta de Koharu mientras el brujo intercambia comida por cobre. La tendera les dedicó una sonrisa complice al ver tal cercanía entre amo y esclava, cosa común a pesar de las duras leyes racistas del imperio. -Lleve otras dos, el camino es muy largo a Guayabal y los pueblos que siguen están mas solos que este. Además hay tanto muerto de hambre llendo para allá que se habrán tragado todos los bichos y hierbajos que hay por el camino. El joven no llevó mas, no porque su argumento fuera poco convincente, si no por el tono en que despreció a los peregrinos y a ellos dos al asumir que iban a guayabal, de todos modos compró otras tres en un puesto distinto. Saliendo del mercado, a Koharu le rompieron el corazón un grupo de niños pidiendo limosna, poco importaba que no les pidieran nada a ellos dos, dada su pobre apariencia. -Si le damos de lo que tenemos a cuánto miserable se nos atraviese, terminaremos pasando hambre. Espetó el brujo al desatar la yegua y ver a Koharu tan sentimental por las crias desamparadas. Ella se encogió de hombros sopesando las monedas en el bolso de su cota de maya, y su ser mas animal le impele a hacerce cargo de esos niños. -Súbete. Kakinuma ya estaba montando el animal y parecía decidido a ignorar el dolor que provocaban esas criaturas en su propia alma. -Sabes, Kaki kun, me alegra que hayas cortado conmigo para irte con una golfa ofrecida mas bonita que yo... me dolería mucho tener que quererte a pesar de lo mierda que eres. El joven titubeó al oír eso, ella suele tirar esas indirectas sobre su vida pasada cuando están con Sachi y a veces se las dice a el cuando está enojada. Ambos se miraron con un mutuo desprecio, ella explotando esa culpa que él ocultaba con enojo, y Kakinuma esforzándose por parecer indiferente y soberbio. -Bah... está bien, toma, agrega unos cuantos días a su agonía, pero ni creas que compraré carne. El joven le ofreció dos piedras y la gobo se trepó con agilidad hasta su pecho para darle un beso en la mejilla, casi le saca una sonrisa al petreo rostro del brujo. -Au, sabía que en el fondo eras un blandengue, kaki kun -Jódete... Ella le arrebató las piedras y salto de la yegua para entregarlas a una niña de ropas arapientas. La pordiosera decepcionó a Koharu al recibir la caridad con una desagradable mueca que parecía decir: Buag, ¿mas de esta mierda? Volvió con Kakinuma intentando no arrebatarle las piedras a la niña y sospechando que terminarían en la basura mientras ella pasaba hambre a medio cerro. Se fueron del pueblo solitario, uno riendo y la otra refunfuñando por lo saludables que se veian y olían esos mocosos y lo bien que se les daba el provocar lastima. -Mira, esa gente si nesecitaba las piedras. Minami se acostó en los cuartos traceros de la bestia y olfateó en direccion del grupo de migrantes. Con frecuencia el olor le decía a la gobo mas de lo que podía ver con sus ojos y se sintió estúpida por dejar que esos niños la engañaran. A diferencia de esos estafadores, el aroma de esa gente le hablo de hambre, cansancio y....¿esperanza? -¿A que huele la esperanza...? -¿Que dijiste, Koharu? -¿Que tan malo sería gastarnos el presupuesto de la inquisición alimentando a los pobres? -Segun la ley, eso sería herejía. Pues es voluntad del dios de la opulencia el que haya ricos y pobres....Ey, señor, tome.... El brujo le arrojó dos monedas de plata a quien parecia ser el jefe de ese grupo. El hombre tardo en comprender porque el brujo hacia eso y luego frunció el seño, como si recibir caridad fuera algo impensable y humillante. -El dios de la opulencia me dijo que puedo llegar a Guayabal solo si voy ligero, y esas monedas pesan mucho en mi consciencia. Compre unas gallinas y cuando se las coman resen por mi. El hombre se sonrió al comprender el hueco legal en el credo imperial, le dio las gracias al brujo con muchas bendiciones a sus antepasados y descendencia, para luego dar media vuelta y volver con los suyos al pueblo. -¿Que te pasa flacucho?, ¿porque esos van a comer carne y nosotros no? - Lo hice solo por molestarte y para que adelgazes, querida. El esperó un golpe en las costillas, pero le sorprendió un apretado y cariñoso abrazo, casi se exita por las grandes tetas contra su espalda, pero un calor mas fuerte le acarició el corazón. Entendió el porqué del abrazo mientras acariciaba esas garras que podían destriparlo, pero que en cambio le daban afecto, hacía mucho que no la llamaba "querida". Fue una sensacion agridulce para ambos al no poder perdonar o perdonarse, así que se apresuraron a buscar un tema del que hablar. -Ahí todavía debe haber grano, ¿no crees, flaco? La gobo apuntó al lejano edificio blanco que se alsa en lo alto de un monte custodiado por un destacamento del ejército imperial. Sus uniformes color arena se pierden entre la tierra y solo los delatan el brillo de las bayonetas caladas en esos largos fusiles de avangarda. -Si, la logistica es un asco, no hay suficientes barcos para sacar todo el grano y las trojes de los puertos están saturadas, incluso están batallando para conseguir recuas que muevan el grano de estas trojes. -Y la gente pasando hambre, que idiotez... ¿no se supone que esos campos de ahí ya deberian estar arados y sembrados? Koharu señaló lo que parecían una serie de huertas sin barbechar y plagadas de hierbas creciendo por las primeras lluvias. -Supongo que los dueños de esas tierras no quieren sembrar y que les requisen el producto. -Por eso los peones se quedaron sin trabajo y se fueron, nadie trabajará la tierra. El año que viene habrá menos comida, ¿verdad? No extrañaré este mundo cuando volvamos a casa, la gente es cruel y estúpida. Tras desahogar su frustración, Koharu vuelve a acostarse sobre las nalgas de la mula tratando de olfatear a los militares custodiando el grano, huelen a miedo. Él no está del todo en desacuerdo con su amiga y no es capaz de odiar a esta gente y su mundo, no del todo. - Nuestro mundo no es muy distinto de esto, Japón también está sometido a un imperio extranjero que nos derrotó y tiene una serie de bases militares en nuestra tierra que no nos benefician en nada. -¿Uh? ¿Eras de esos loquitos antibases? - No, pero piénsalo, a pesar de todos los derechos que pudieramos o no tener en nuestra tierra, un salariman no es muy distinto de los peones desplazados de aquí. La única diferencia es que esta gente muere de hambre y el salariman subsiste alimentándose con comida chatarra y endeudado hasta el día de su muerte. Koharu quiso replicarle que al menos la gente no se muere de hambre en Japón, pero recordó aquella vez que fue a Tokio con Sachi. De algún modo terminaron en una calle llena de prostitutas adolecentes, algunas mas jovenes que ellas dos. -¿Sabes que voy a extrañar de este mundo? -¿Que cosa? -Los paisajes. Él miró al frente y en efecto, desde esa loma podía ver un valle flanqueado por cerros verdes con grandes piedras salpicadas en sus cimas. Un par de rios cruzando el fondo cuadriculado de lo que parecen parcelas ociosas. Y a lo lejos, muy a lo lejos, una serie de cerros imponentes que se difuminan con el cielo azul plagado de nubes anunciando la lluvia. -Si, al menos queda ese consuelo... -Sabes, también recordaré nuestros viajes juntos... Koharu pudo sentir como se le aceleraba el corazón al joven tras decir eso, le gusta excitar sus emociones. Es un juego, le gusta jugar con él. - Si no podemos volver a la tierra, me gustaría seguir viajando contigo, Koharu. La gobo con alma humana abrazó a Kakinuma y calló como tantas otras veces en que sus juegos la llevaron a cosas serias.